¿Nunca será suficiente?: El dilema de querer hacer y ser más.
¿Qué te aleja de crear una vida plena?
Fotografía por Ron Lach via Pexels
En los últimos días han habido muchas ideas rondando en mi cabeza.
Digamos que surgió una batalla en mi mente.
¿Realmente estoy haciendo lo suficiente para lograr mis metas?
Seré honesta.
A mi mente llegaron preguntas como:
¿Qué me hace pensar que no estoy haciendo lo suficiente?
¿En qué medida este deseo de superación constante es saludable?
¿Enfocarme excesivamente en mi crecimiento personal garantiza mi felicidad?
¿Por qué si me impulso a ser “mejor" me siento agotada o frustrada muchas veces?
Sentí que quizás no soy la única que se siente así.
Sentí que quizás la idea con la que hemos crecido socialmente que nos motiva siempre a ser o tener más no es realmente lo que pensamos.
Quizás todo fue un engaño y no nos dimos cuenta.
Pero, ¿nos engañaron realmente o quizás solo pensamos que esa era la única manera de vivir plenamente?
¿Hacia dónde dirigimos nuestra vida?
Exploremos esta idea.
¿Qué te impide vivir una buena vida?
Intentar ser “perfectos”
El deseo de querer ser mejor y hacer todo lo necesario para serlo a simple vista no parece ser algo malo ¿verdad?.
De acuerdo a Laurie Santos, psicóloga de Yale, los seres humanos tienen el deseo de siempre querer perfeccionarse debido a que esto radica en nuestros instintos naturales.
Sin embargo, ¿En qué punto nuestro deseo de mejorar se convierte en algo dañino?
Esto sucede cuando el deseo de querer ser mejor se encuentra con:
el entorno moderno
las redes sociales.
Lo que nace como un deseo se convierte en una obsesión.
Una obsesión que se exacerba cuando inicia la búsqueda infinita de puntos de comparación, las cuales pueden tratarse sobre:
Aspecto físico ¿Qué tan bien me veo respecto a ..?
Habilidades ¿Qué tan bien me va en el trabajo respecto a ..?
Bienes materiales o ingreso monetario ¿Cuántos viajes puedo realizar al año respecto a ..?
Aunque esta lista ilustra algunos de ellos.
Siempre existirá un motivo por el cual compararnos con el otro.
Lo curioso es que incluso ese otro y tú piensan que no están:
haciendo lo suficiente
logrando lo suficiente
Cuánto daño nos hacemos pensando que la felicidad o la cumbre de la vida radica en intentar ser perfectos.
Ser perfectos no es la respuesta y tampoco debería ser nuestro único objetivo en la vida.
Construir barreras invisibles
En la carrera de quién llega antes que el otro o quién obtiene más cosas que el otro ignoramos que aunque a simple vista nada está sucediendo.
Inconscientemente estamos construyendo barreras.
Barreras invisibles que nos alejan los unos de los otros.
Sin darnos cuenta empleamos la meritocracia como una justificación justa para seguir construyendo un mundo más distante.
Un mundo en el que se celebra el individualismo y se desecha la belleza de una sociedad en armonía.
¿Este es el mundo en el que queremos vivir? me pregunto.
Creer que la felicidad radica en ser mejor
La eterna competencia y búsqueda de perfección puede cegarnos un poco.
No la culpo, algunas veces nos hace sentir invencibles o poderosos frente a los otros.
Sin embargo, esa búsqueda de resaltar frente a los otros es desgastante física y emocionalmente.
Nos absorbe.
Nos fulmina.
Nos quiebra.
El que cree que será feliz de esa manera, creo que está lejos de serlo.
No existe un ser humano que pueda resistir vivir así durante mucho tiempo.
Intentando ser perfecto solo te estas haciendo infeliz.
Intentando obtener más no te das la oportunidad de disfrutar la vida.
Recuerda que la felicidad nace y se cultiva de otra manera. Como por ejemplo:
Hacer más por otros
Ser compasivos con el otro y nosotros.
Una buena vida comienza nutriendo nuestra conexión con los otros.
¿Cómo inicia una buena vida?
Una buena vida inicia reconociendo lo que desequilibra nuestra armonía y alimenta nuestro hambre insaciable de ser perfectos todo el tiempo: la cultura tóxica del ajetreo.
Una cultura que se disfraza con el lema de “hacer y ser más siempre será mejor”
Haz esto para distanciarte de ella:
Reconoce que existe
Es real y está viva.
No lo neguemos más.
El lugar en el que puedes comprobar que está viva es en las redes sociales.
El espacio virtual en el que muchos interactuamos y nos dejamos llevar por las apariencias.
Un lugar perfecto para compararnos todo el tiempo a través de imágenes o vídeos.
Reconocer que esta cultura está viva y crece ahí es también reconocer que existen batallas silenciosas que muchos viven en silencio.
Es reconocer que existe humanidad detrás de esas pantallas multicolor.
No olvidemos eso.
Es un mito
Forzarnos a ser perfectos no nos hace bien.
¿Por qué seguimos creyendo en ese mito?
La perfección solo nos hace mal.
Lo hace ahora, mañana y dentro de 20 años.
La perfección no es garantía de una vida plena.
Solo nos obstaculiza a crear la vida que soñamos.
La vida que mereces vivir.
Abraza la gratitud
¿Cuándo fue la última vez que oliste una flor o tocaste pasto en un jardín?
Sin duda la carrera para ser mejor o tener más nos ha estado distrayendo de muchas cosas.
Como apreciar lo ordinario de la vida.
Apreciar y dar las gracias por su existencia.
Apreciar lo que te rodea y todo lo que has estado construyendo.
Construyendo muchas veces en solitario y en silencio.
Date crédito por eso.
¿Y si comienzas a agradecer más antes de ir por más?.
La vida nunca fue una carrera. ¿Por qué creer que sí lo es?
Una buena comienza aceptando lo que nos frena para abrazar con gratitud lo que nos expande.
No nos frenemos más que la vida no se detiene.
Vive y abraza el ahora.
¿Qué necesito para crear una buena vida?
Si decides crear una vida con más armonía.
Esto es lo que necesitas:
Invierte en tus conexiones sociales.
Mientras corrías para llegar primero a la carrera de ser perfecto te has olvidado lo valioso que son tus amistades o aquellas personas que te rodean.
Todo encuentro casual con un ser humano es capaz de irradiar luz en tu vida.
El señor de la tienda, tu colega de trabajo o tu vecino.
Cada persona con su presencia nos hacen sentir conectados y parte de algo.
No subestimemos jamás el impacto de una sonrisa o un intercambio de palabras.
Algo simple puede impactar tu vida aunque no lo creas.
¿Por qué no planear una actividad en la que puedas compartir tiempo con otros?
Ten compasión contigo.
¿Sabías que intentar ser perfectos todo el tiempo impacta en nuestra felicidad y nos distancia de crear una vida plena?
Una manera de distanciarnos de la cultura de hacer y ser más es conectando con la autocompasión.
Hazlo de esta manera.
Pon atención a lo que te rodea
A través de la atención plena cuestiona y descubre lo que la búsqueda constante de perfección te ha estado distanciando de disfrutar.
Observa detenidamente lo que impacta negativamente tu bienestar personal.
Es momento de hacer cambios y tomar acción.
Reconoce que eres humano.
Hacerlo es aceptar que:
No serás bueno en todo
No te irá perfecto todo el tiempo
Y no tienes por qué luchar más con eso.
Abrazar tu imperfección es abrazar tu humanidad.
Trátate amablemente
Se amable contigo.
Al igual que eres amable con un amigo.
Hacerlo incrementará no solo tu felicidad, sino que te hará irónicamente más productivo.
Las personas felices se desempeñan mejor y no, no están tratando de ser mejor que todos todo el tiempo.
¿Sabes por qué? Porque no lo necesitan.
Una mente en calma y amable consigo mismo puede ver con mayor claridad a los demás.
Se motiva y motiva al resto a hacerlo.
Abraza su imperfección como algo que lo impulsa a mirar el mundo con un sentido no de competitividad, sino de alianzas.
Alianzas que invitan a otros a ser también compasivos consigo mismos y a crear en armonía.
Alianzas que invitan a reducir el deseo frenético de celebrar el individualismo para así trabajar en colectividad.
Reconoce tus límites
Un límite es también una manera de ser amable contigo.
Esto se debe a que al establecerlo no te presionas a hacer algo que sacrifica tu paz y tu tranquilidad.
Ten en cuenta que aunque quizás pienses que un límite significa desechar tus ambiciones.
En realidad, lo que estás haciendo es convertirlas en objetivos más realistas porque no se adornan de expectativas irreales o fantasiosas.
No estableces ambiciones para ser mejor que otros, sino mejor para ti.
Un límite no te restringe.
Te hace ver quién eres y con eso dar lo mejor de ti.
Recuerda que no se trata de correr, se trata de avanzar a tu ritmo. Se amable contigo en el proceso porque ya has hecho lo suficiente intentando ser perfecto.
Lo mereces.
La próxima vez que sientas o identifiques que estás luchando por ser mejor o hacer más que todos recuerda que siempre existe un camino distinto.
Uno más genuino.
Uno más humano.
Ahora que sabes esto, ¿Qué te impulsa a crear una vida plena hoy?
¡Me gustaría saber qué opinas al respecto!
Nos vemos la próxima,
Landyan.
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